Peste negra
Hendrik Poinar y Johannes Krause han publicado en Nature un estudio genético sobre la peste bubónica o peste negra. La peste negra terminó con un tercio de la población europea en la edad media (alrededor de 30 millones de vidas). Para realizar este estudio, se tomaron muestras de cuatro víctimas que murieron en torno a 1348 debido a esta enfermedad. Se aisló el ADN del interior de algunas piezas dentales, donde aún había restos de sangre deshidratada. Así, se ha logrado extraer el ADN de la Yersinia pestis (bacteria causante de la peste) para poder estudiar su genoma.
Los resultados de este trabajo muestran que se trata de una variante muy similar a las que existen en la actualidad (la peste sigue siendo endémica en algumas zonas de África, América y Asia). Dado que no difiere genéticamente de las variantes actuales, se cree que la expansión de la enfermedad entre 1347 y 1351 pudo deberse más a factores como el clima o un sistema inmune debilitado. Según señala Krause, «Nuestros resultados indican que la muerte negra fue la primera pandemia de peste de la historia, por lo que los humanos no estaban adaptados». Este estudio ha mostrado que la peste bubónica podría haber sido tratada con los antibióticos actuales.
El clima fue un factor clave, ya que en el siglo XIV se inició un periodo denominado «la pequeña edad de hielo«, caracterizado por bajas temperaturas y lluvias, lo que creó un escenario perfecto para infecciones, pérdida de cosechas y, por tanto, hambrunas, debilitando así la población.
Los siguientes trabajos de este grupo investigador, están encaminados al estudio de otras plagas «históricas», como la que arrasó Constantinopla en el siglo VI. Además de establecer un catálogo «fósil de patógenos» con las variantes de tuberculosis, cólera o sífilis que mataron a millones de personas hace siglos.