Telepatía
Telepatía, de momento, con cables, pero se vislumbra un interesante futuro en este área de investigación. La primera conexión cerebro-cerebro ha dado a las ratas el poder de comunicarse únicamente con el pensamiento.
El trabajo realizado por Miguel Nicolelis y su grupo de la Universidad de Duke (Carolina del Norte) presenta, por primera vez, una interfaz directa entre dos cerebros, permitiendo a dos ratas compartir tanto información motora y sensorial.
En grandes rasgos, el primer experimento consistía en estos pasos:
1) En este experimento las ratas fueron entrenadas a presionar una de las dos palancas (izquierda y derecha) cuando la luz LED situada encima se encendía. Cuando realizaban de forma correcta esta tarea, esto abría la escotilla de acceso al agua, como premio.
2) Después de este entrenamiento, las ratas se dividieron en dos grupos: codificadoras y decodificadoras. Una matriz de microelectrodos (de un tamaño aproximado 100 veces menor que el diámero de un cabello humano) fue implantada en la corteza motora primaria, un área del cerebro donde se procesa el movimiento. El grupo investigador, utilizó el implante para registrar la actividad neuronal que se produce justo antes de que la rata tome una decisión en la tarea de presionar la palanca, tras ver la luz LED. Así, encontraron que el presionar la palanca izquierda, produce un patrón diferente a la pulsación de la palanca de la derecha, con independencia de cuál era la acción correcta. Luego, el equipo vuelve a recrear estos patrones en las ratas decodificadoras (las que reciben el estímulo), utilizando un implante en el área del cerebro mismo que estimula las neuronas, en lugar de registrar los estímulos que ellas mismas perciben. Las ratas decodificadoras recibieron una pocas sesiones de entrenamiento para prepararse a presionar la palanca correcta en respuesta a los diferentes patrones de estimulación.
3) Posteriormente, los investigadores unieron mediante cables los implantes de los dos tipos de ratas: codificadora y decodificadora, y se les asignó la misma tarea de presionar la palanca, pero esta vez sólo veían el LED las codificadoras. Las señales del cerebro navegaron desde la codificadora, justo antes de apretar la palanca, a la decodificadora. A pesar de no tener ninguna pista visual, las ratas decodificadoras presionaron la palanca correcta entre 60-72% de las veces.
La capacidad de las ratas para cooperar fue premiada si el resultado obtenido era correcto. Tal refuerzo dirigido a la transmisión de señales más claras, mejoró la tasa de éxito de las ratas.
Según señala Nicolelis. «La actividad del codificador del cerebro se hizo más precisa». En experimentos con monos, aún no publicados, hacen un trabajo similar, y el equipo no tuvo necesidad de cebar como premio a los animales.
En un segundo experimento, las ratas fueron entrenadas para explorar un agujero con sus bigotes e indicar si era estrecho o ancho, girando a la izquierda o a la derecha. Pares de ratas se conectaron como antes, pero esta vez se colocaron los implantes en su corteza somatosensorial primaria, un área que procesa la sensación táctil. Las decodificadoras fueron capaces de indicar más del 60% de las veces el ancho de un hueco.
Por último, en un tercer experimento las ratas codificadoras seguían recluídas mientras se acariciaba los bigotes con barras de metal. Los investigadores observaron los patrones de actividad en la corteza somatosensorial de las ratas decodificadoras, a pesar de que los bigotes de éstas no habían sido estimulados.
Las parejas de ratas fueron incluso capaces de cooperar entre continentes, enviando sus señales por el ciberespacio. Señales del cerebro de una rata codificadora del Instituto Internacional de Neurociencias de Natal en Brasil, fueron enviadas a un decodificador en el laboratorio de Nicolelis en Carolina del Norte a través de Internet. Aunque había un ligero retardo de transmisión, la rata decodificadora realizaba la tarea con una precisión similar a los de las ratas en una proximidad más cercana con los codificadores.
Christopher James de la Universidad de Warwick, Reino Unido, que trabaja en interfaces cerebro-máquina para prótesis, dice que el trabajo es una «llamada de atención» para las personas que no han alcanzado a ver los recientes avances en la investigación del cerebro. Tenemos la tecnología para crear implantes para uso a largo plazo, dice. Lo que falta, sin embargo, es un completo entendimiento de los procesos cerebrales implicados. «Pero las ratas son capaces, sin duda, del envío y recepción de más de una señal binaria que simplemente apunta a una u otra palanca», dice. «Creo que va a ser posible algún día para transferir un pensamiento abstracto.»
Nicolelis actualmente está probando los implantes en monos, con la idea de conseguir que trabajen juntos telepáticamente para completar una tarea. Por ejemplo, cada mono sólo puede tener acceso a parte de la información necesaria para tomar la decisión correcta en un juego. Varios monos tendrían que comunicarse entre sí con el fin de completar con éxito dicha tarea.
Fuente: Nature Scientific Reports, DOI: 10.1038/srep01319
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